martes, 1 de septiembre de 2009

Observando el horizonte

En el espigón de Hembund, una chica miraba pensativa el mar. Se llamaba Elle y tenía 15 años. A los 5, vió partir a su padre desde aquel mismo punto. Sin embargo "El Galán" (el barco de su padre) no había vuelto a puerto. Los recuerdos le llegaban con las olas, como si los arrastrara la marea y fueran a parar a su memória. Casi todos eran noches frías y oscuras en las cuales, después de un buen chocolate caliente, ella se iba a dormir. En cambio su madre se quedaba despierta en el sillón esperando a su marido que, como cada noche, nunca volvía. O las noches de verano en las que su madre se quedaba en el balcón de su habitación observando el mar por si algunas velas blancas aparecían en la lejanía. Antes de ir a dormir, Elle se sentaba a las faldas de su madre y, con ella, oteaba el horizonte. Aunque cada noche era lo mismo. Ni siquiera un barco aparecía. Por eso había aprendido a observar el mar, a obserbarlo bien. De repente unas velas blancas aparecieron, y el nombre "El Galán", resaltaba en la pintura.

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